De sopas y abrigos…
Pucha que me gusta el invierno. La lluvia, los gorros, los abrigos de oso, la sopita mientras ves tele acostada, las sopaipillas y la infaltable estufa.
Me gusta Santiago en los días de lluvia, tiene ese famoso “algo” o “no se qué”. Y siempre, pero siempre, termino sintiéndome protagonista de un video clip cuando camino en medio de la lluvia. Entre Javiera Mena y Zero 7, cualquiera se cree el cuento (en serio).
La otra vez caminaba por el parque forestal, que estaba casi vacío. Llovía a mares y, justo ese día, había olvidado mi paraguas.
Filo - pensé.
Mis pobres pantalones estaban hechos sopa y mi parka – oso luchaba contra las gotas que querían colarse entre medio. Si bien en un momento pensé en correr, después me detuve y, místicamente hablando, me puse a mirar Santiago, mientras esquivaba una que otra poza.
Y como que todo se volvió bello. La cordillera, el cielo, las nubes, el asfalto… todo se limpia. Respire hondo y me limpie también. Limpieza de pensamientos, de sentimientos y, de paso, de pulmones.
[foto: andib1969]