Monday, April 30, 2007

Carta al olvido

Recién me acordaba de lo cobarde que fuiste siempre (y que aún eres). Y quiero refrescarte un poquito la memoria.

¿Te acuerdas de esa película que viste una vez y que te llamo tanto la atención? Esa que decía que en las cosas simples puedes encontrar un mundo lleno de sorpresas… esa, que mostraba la belleza del mundo con una bolsa volando de un lado a otro.

¿Cuándo se te olvido sonreír? ¿Cuándo se te olvido que la vida no solo se disfruta cuando la tienes segura? ¿Y que tontera es esa de es mejor prevenir que curar?

Lo seguiste al pie de la letra y ahora ¿donde estás? Ahí… en tu escondite oscuro y frío.

Prevenir tropezar, prevenir caer, prevenir sufrir… para sumirte en tu melancolía constante, de la cual no tienes cura. Viste que era más fácil curar un tropiezo, una caída, un sufrimiento pasajero.

¿Y ahora como sales? ¿Cómo abandonas lo que eres y no quieres ser?

Claro… sigues pensando que la vida te ha dado cosas buenas, que en parte tienes razón, pero no ves que sería mejor sin abandonaras tu cobardía. Asómate al mundo real, despierta, para de soñar de noche y de día.

Cuando lo hagas, te escribiré de nuevo. No habrá retos, ni recordatorios molestos. Habrán sonrisas y un sin fin de felicitaciones, que ni siquiera lo creerás posible.
[p.d: no me acuerdo a quién le robe la foto]

Saturday, April 14, 2007

Las melodías de Yann

Siempre he pensado que gracias a la música mi vida se torna un poco más alegre. Soy de las que escucha música en la micro-metro-micro; frente al pc, acostada en el pasto, en una reunión social o en total soledad. Y de cualquier modo la disfruto.

Hay melodías que logran relajarme al extremo, esas melodías que hacen que de pronto te sientas sobre una nube o simplemente puedes mirar a tu alrededor y apreciar cada detalle.

Así me pasa con la música de Yann Tiersen, cada vez que escucho sus discos es como estar en una película (no lo digo por Amelié o Good Bye Lenin, sino por la sensación).

Y el jueves pasado, 12 abril, me transporte a esas sensaciones, pero con el protagonista frente a mis ojos y una masa de gente que disfrutaba lo mismo que yo. Simplemente increíble.

Con una parada mucho más rockera, de lo que no nos tiene acostumbrados, se plantó en el escenario y simplemente nos dejo a muchos, o al menos a mí, con la boca abierta. Sus interpretaciones con el Violín fueron uno de los puntos altos del concierto, sin duda.


Wednesday, April 04, 2007

La generación depre

Hace unos días me fui a la casa de la vale, para introducirme en el nuevo proyecto. Y en su pieza vi un rincón lleno de dvd de Candy. Sin pensarlo le pedí que me prestara uno. Después de miles de advertencias de “cuídamelos porque los estoy vendiendo”, me traje uno a mi casa. Llegue y me puse a ver. Sin duda me acorde de cuando era chica y soñaba con que algún día aparecería un Anthony o un Terry en mi vida.

Después de ver un sin fin de capítulos y llorar con unos cuantos, me puse a pensar en las consecuencias de ver monitos tan dramáticos a tan corta edad. Simplemente terrible. Comencé a entender por qué muchos de nosotros tenemos esa nubecilla depre sobre nuestras cabezas. Y es que ver como humillan a Candy y como le enseñan a que ‘no debe llorar, porque es signo de debilidad’, se traspasó a toda una generación. Y es una conclusión a la que puede llegar cualquier persona que vea Candy, Ángel o Marco, teniendo un poquito de madurez y sentido común.

El sentimiento de “recordar cuando era chica” paso a ser un sentimiento de sorpresa y cada vez que veo un capítulo pienso en “como cresta me dejaron ver esto”. Porque querámoslo o no, todos esos sentimientos de culpa y soledad que reflejan estos personajes, quedaron en nuestro inconsciente. Hay varios ejemplos que demuestran lo que digo. Uno es el temor a llorar en público, no sé si les pasa, pero a mi simplemente no me resulta. Está esa, quizás estúpida, sensación de sentirte medio patética, inclusive si la situación lo amerita. Y otra sensación es idealizar a la pareja o al ser amado. A Candy se le iluminaba el rostro, la imagen se veía llena de brillitos y la cara de Anthony la muestran al mejor estilo de príncipe azul; de fondo suena una canción ultra mamona-romántica y Candy pronunciando el típico, y muchas veces imitado, “Anthonyyy!”. A veces creo que es imposible que, muy en el fondo, alguien que haya visto Candy, no se haya visto así alguna vez.

Y ahora, una ya crecidita, de pronto te quedas pegada en ciertas cosas muy al estilo Candy y te sientes ridícula.

Neko