Cartas de antaño
Pregunta inicial: ¿Carta o e-mail?
Hace un tiempo la caro compartió parte de su historia. Buscando recetas de cocina, en medio de recuerdos, se topo con cartas de sus padres. Lenguaje formal, cariñoso y de amor, a ratos doloroso.
Y comenzamos a hablar sobre el valor emocional de las cartas y lo extraño que es la ausencia de ellas en estos tiempos.
Me acuerdo de esa pequeña sala de clases, llena de colores y dibujos. Éramos unas 20 pequeñas personas aprendiendo a escribir cartas, que dejábamos en el buzón al fondo de la sala. Y todo era emoción. Buscar el mejor papel, el color correcto, intentando escribir con letras bellas y cuidando la ortografía. Era todo un ritual. Lo mejor, escribir el remitente, porque sabías que todo fue obra tuya y que la persona que recibiera tu carta iba agradecértelo. Pasamos todo un año enviándonos cartas, diciéndonos cuanto nos queríamos y fantaseando el momento que enviarías una carta del modo real. Poner la estampilla, meterla en un buzón y que el destino fuera otra cuidad, era simplemente lo máximo.
Y en medio de todo nace Internet, trayendo consigo el e-mail. Más rápido, entendible y sin ningún esfuerzo mayor. La ortografía ya ni importa, haces un click y te corrige todo lo que ya ni esperas aprender, porque hay quien te salve del bochorno de escribir mal.
Atrás quedaron las estampillas, las frases clichés acompañadas de una letra temblorosa y la larga espera de su llegada.
Hace un tiempo la caro compartió parte de su historia. Buscando recetas de cocina, en medio de recuerdos, se topo con cartas de sus padres. Lenguaje formal, cariñoso y de amor, a ratos doloroso.
Y comenzamos a hablar sobre el valor emocional de las cartas y lo extraño que es la ausencia de ellas en estos tiempos.
Me acuerdo de esa pequeña sala de clases, llena de colores y dibujos. Éramos unas 20 pequeñas personas aprendiendo a escribir cartas, que dejábamos en el buzón al fondo de la sala. Y todo era emoción. Buscar el mejor papel, el color correcto, intentando escribir con letras bellas y cuidando la ortografía. Era todo un ritual. Lo mejor, escribir el remitente, porque sabías que todo fue obra tuya y que la persona que recibiera tu carta iba agradecértelo. Pasamos todo un año enviándonos cartas, diciéndonos cuanto nos queríamos y fantaseando el momento que enviarías una carta del modo real. Poner la estampilla, meterla en un buzón y que el destino fuera otra cuidad, era simplemente lo máximo.
Y en medio de todo nace Internet, trayendo consigo el e-mail. Más rápido, entendible y sin ningún esfuerzo mayor. La ortografía ya ni importa, haces un click y te corrige todo lo que ya ni esperas aprender, porque hay quien te salve del bochorno de escribir mal.
Atrás quedaron las estampillas, las frases clichés acompañadas de una letra temblorosa y la larga espera de su llegada.
[Imagen: Video clip de Francisco González - Tu. Más bueno el video que la canción, hay que decirlo]
2 Comments:
Q mala persona con Pancho jojojojo.
Mañana vas supongo?? se corrio pa las 3 la custion pero no creo q haya drama si llegai tarde.
Snif x las cartas.Mas snif por ciertas cartas penosas. Y doble snif por hacer cartas actualmente, eso denota mucho cariño....snif.
Chau.Yo.
Que buen recuerdo...
Me gusta refrescar la memoria y traer de ese oscuro y viejo baúl los hermosos recuerdos...
Cuando niño tenía una amiga en el colegio y nos juntábamos siempre en todos los momentos posibles, es más, esa amistad dura hasta el día de hoy. Cuando terminaban las clases y empezaban las vacaciones nos escribíamos cartas, las conservamos hasta la actualidad y es lindo volver a leerlas juntos, lo chistoso de todo esto es que viviamos en la misma comuna y muy cerca, pero igualmente viajábamos hasta el correo y nos llegaba de manos de un cartero, esas ansiadas noticias.
Que lindos momentos. Gracias por el recuerdo.
Saludos desde las estrellas, una en especial que se olvida a veces de sentir *`Spica
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